Imagina un juego. Yo digo un número (natural). Y tú dices otro número. A continuación yo digo el resultado de sumar ambos números. Si acierto gano, y si no tú ganas. Absurdo, ¿no? Pero es un juego infinito: los movimientos que podemos hacer ambos jugadores es infinito. Y el resultado, si yo soy malo sumando, incierto.
Comparar el ajedrez con el baduk atendiendo a su complejidad numérica sólo para «demostrar» que es mejor no tiene sentido. ¿1050 vs. 10171 movimientos? Sólo es una comparación matemática sin relación con su jugabilidad, nivel de entretenimiento, etc.
Esto también sucede al enseñar baduk. ¿Vale la pena decir «es como 4 tableros de ajedrez a la vez»? Esto obviamente hará pensar al novato «esto es demasiado difícil, lo dejo«. ¿No es mejor enseñar el juego sin compararlo? Decir que este juego milenario es muy divertido a todos los niveles, muy fácil de aprender, tiene un sistema de hándicap ideal para familias y clubs, es elegante, …
El baduk es un juego con un número muy alto de posibilidades de movimientos. Pero de movimientos imaginativos, divertidos, estéticos. ¿Una partida?
Yo siempre les digo que vale tanto para el que piensa de forma más matemática, calculando… como para el que piensa de forma más creativa, por las formas… 🙂