El sábado volvimos al casco antiguo de Seúl a hacer turismo. Al menos esa era la idea: olvidar por un rato que estamos estudiando baduk, y ser simples turistas.
Ibamos a visitar el templo Jongmyo, cuando atajamos por un parque que hay junto a la entrada. De pronto, un montón de gente jugando baduk. Esterillas con tableros y piedras por todas partes. Obviamente no pude contener a Joan y Pascu, e iniciaron una partida. Al momento, varios abuelitos coreanos se acercaron a ver interesados. De hecho ignorando que a sólo dos bancos de distancia habían un par de americanas aparentemente perdidas, buscando ayuda.
Tras la partida entramos al templo. Con gusto paseamos por dentro del recinto, pues la densa vegetación ayuda a olvidar que estás en una ciudad superpoblada. A la salida, me insistieron en volver al parque a jugar otra partida, así que nos acercamos de nuevo al parque. Un hombre me preguntó por el nivel de Pascu, y yo le dije «sam» (3). Cuando acabaron la partida Joan y Pascu, el hombre quiso jugar con el ganador, pero al momento se sorprendió de que no era «3 gup», sino «3 dan». Así que llamaron a otro para reestablecer el honor de los coreanos. Este último jugó con Joan, y los occidentales cayeron. Mientras yo di un paseo por la zona, contando entre 50 y 60 tableros ocupados, y unos 20 desocupados.
Bordeando el recinto del templo acabamos en el palacio de Changdeokgung, uno de los 5 famosos palacios de la dinastía Joseon. El 4º en nuestro conteo particular de visitados. Curiosamente en invierno restringían el paso a ciertos horarios, pero comprobamos que en verano no había problema en entrar. Aunque para acceder al paradójicamente famoso «jardín secreto» tenías que pagar un extra.
Como había hambre, ignoramos el jardín secreto y fuimos a comer cerca de Insadong-gil. Más tarde en una de las calles laterales compramos té en buenas cantidades, y alguna tontería. No tardamos en salir de la zona, agobiados por la cantidad de gente, y nos metimos en una calle en dirección al arroyo de Cheonggyecheon.
Lo que no esperaba era caer en la calle de las kiwon (clubs de baduk). Me costó evitar que entraran en algunos de los 3 o 4 kiwons que había en apenas 20 metros. Pero como teníamos que buscar un libro, el faltante de una colección que se compró Pascu, pudieron sobrepasar la tentación.
Bajamos al riachuelo de Cheonggyecheon para caminar tranquilamente hasta YP Books, donde no encontramos el libro nº1 que le falta a Pascu para completar su colección, y que curiosamente yo si tengo (y le hostigaré con ello). Nos tumbamos en el suelo junto a las estanterías de baduk, y empezamos a curiosear. Pascú acabó comprando «La Biblia», un enorme libro con 6000 (seis mil!) diagramas de josekis varios: nuevos, antiguos, errores, de 5-5, etc. Yo adquirí otro denso libro con 185 hametes, con bastantes diagramas de cada uno.
Finalmente volvimos a casa temprano, porque había que prepararse para el «water party» que nos esperaba esa noche en la zona universitaria.
yo tengo una foto creo q aqui: http://www.flickr.com/photos/liopic/4830737722/ con Javi Fernandez!
por cerca de la entrada donde comienza el riachuelo… en una calle hay una casita de té con maderas rústicas.. donde todo el mundo escribe en las paredes y puede dejar algo.. es como colectiva de lo más linda!
Que bonitos recuerdos! por cierto por esas piedras Javi y yo firmamos autografos de niños de escuela xq creyeron q eramos «soccer players! very strong from Spain!» Real Madrir o Barcelona … y fotos y todo.. 5 mins de fama.
yo también estuve en esas piedras y en esa pared que cuentas 🙂
Que buena la foto jugando con el centro de atención de todos.
Yo también… tuve una experiencia de «niños de escuela wq creyeron q eramos «soccer players! very strong from Spain!» ^_^ curioso. Pero no he estado ahí.