Una de esas cosas curiosas de Corea es que en los bares, si te pides bebida, te obligan a pedir algún plato.
El fin de semana empezó el viernes por la tarde, tras acabar las clases. Nos acercamos a Yeoksam, donde el profesor Hahn y su mujer dan clases de inglés a jugadores coreanos. Fue un feliz reencuentro, con Hahn explicándome sus nuevos proyectos y su mujer ya tratando de arreglarme la vida («ves a vivir a Australia», me dijo).
Por desgracia había poca gente: los universitarios están de vacaciones, así que sólo habían 6 alumnos, pues el resto habían vuelto a sus pueblos de origen. Aparte, apareció el sueco con el que conviví en la otra escuela, acompañado de un australiano. Por lo visto, la IBA sigue estando fuera de Seúl, y estos 2 sólo se acercan a la gran ciudad en contadas ocasiones. Mientras Joan le daba un buen repaso al sueco, y Pascu al australiano, Hahn nos invitaba a ir a su casa a ver la final de España-Holanda.
Tras cenar unos fideos y empanadillas con toda la tropa, volvimos a nuestro barrio. No había ganas de ir a dormir, así que nos acercamos a un bar, y pedimos un par de botellines de soju. Con la bebida siempre hay que pedir un plato, así que elegimos una ensalada de frutas, muy rica, aunque un poco cara (12€). Incluía trozos de melón, plátano, pera, manzana, algo estilo melón, tomatitos (aquí son fruta) y crema por encima.
Dicha sea la verdad, acabamos más sanos que borrachos, pues ni nos acabamos la segunda botella.
Primer! 🙂
Menos fruta y más alcohol!!