Seúl (서울: «capital»), que más bien se pronuncia como «Sòul», es una ciudad enorme con 10 millones de habitantes, 24 millones en el área metropolitana. Para mi gusto, ese es el único fallo de la ciudad: hay demasiada gente. Aunque los propios habitantes se organizan bien, haciendo colas y respetándolas. De hecho uno de los días había tanta gente en el andén del metro que ni podía sacar la cámara, pero sin embargo las colas se respetaban. Sorprendente para nosotros. También sorprenden otros pequeños detalles, como las típicas camisetas para parejas (2 camisetas iguales), para que no se te pierda la novia entre la multitud.
Para escapar de las aglomeraciones, nada mejor que explorar alguna de las montañas y colinas que bordean Seúl. Aprovechando un domingo, decidimos subir a Inwangsan (la montaña del rey generoso) y a Namsan (la montaña del sur).
Inwangsan es una montaña con formaciones rocosas muy curiosas, no muy lejos del palacio Gyeongbokgung (de hecho a sólo 1 parada de metro, en Dongnimmun). Allí encontramos un templo budista y un santuario chamanista. Eso le da a la montaña una atmósfera de espiritualidad enorme. Mientras caminábamos por las sendas, entre abundante vegetación, se podía oír a lo lejos gente rezando, golpeando panderetas de bronce. Atravesamos diferentes altares naturales durante nuestra marcha, hasta llegar arriba y disfrutar de las vistas.
Bajamos la montaña, y fuimos en metro hasta las agobiantes calles de Myeong-dong, y de ahí nos dirigimos a otra montaña, vía teleférico.
Namsan es la montaña turística más destacable, con la torre de comunicaciones, la N Seoul Tower, en la cima. Desde arriba puedes ver panorámicas de toda la ciudad. Además, es tradición colgar un candado para mostrar amor a la pareja, en las barandillas que se encuentran en la base de la torre. Hay miles de candados de todo tipo, así que Joan y Pascu intentaron probar con los de combinación, sin éxito. Mientras estábamos en la montaña charlando de lo divino y lo humano, el sol cayó sobre el horizonte, así que decidimos bajar poco a poco, usando unas irregulares escaleras, hasta la base de la montaña. Las vistas nocturnas de la ciudad nos seguían impresionando, con pantallas gigantes sobre grandes edificios, y luces parpadeando por todas partes.
Se echaba a faltar algun post más de los turísticos, que siempre son muy interesantes. A ver si cuelgan alguno más con aventurillas. Aparte, tengo curiosidad por ver cómo evoluciona el nivel de los badukaires. Normalmente (por otros casos) lo aprendido en estos viajes tarda unos meses en reflejarse en el nivel del jugador (y todavía más en la categoría). A ver qué opinan vuestros rivales, y bienvenidos.